Cuerpo a cuerpo.

Una curiosa estrella lo espiaba desde el negro cielo
mientras él alejaba a cada botón de su ojal.
No hacía más que preguntarse que habría debajo de esa blusa,
se preguntaba si sería esta vez.
Un duro suelo y un improvisado trago podrían atestiguar
acerca del calor que irradiaba esa templada noche.
Sin ningúna luz más que el suave resplandor de la luna,
ya empezaban a enredarse,
cada beso se sentía distinto, cada caricia era más cariñosa,
y el pulso no quitaba su pie del acelerador.
Mientras todo ocurría, ya la piel no era la misma,
mutaba al ritmo de nuevas sensaciones,
nuevas sensaciones y nuevas miradas
que redondeaban un nuevo vínculo, un nuevo aire para respirar.
Un nuevo hombre y una nueva mujer estaban ahi cuerpo a cuerpo.

Verdugo.

Tengo tu pistola en mi sien,
tus espinas clavadas en mi pecho.
Atado con tus alambres de púa
y tu corona de espinas en mi cabeza.
Tengo tu soga al cuello,
ya me senteciaste a muerte,
estas fusilándome todo el tiempo,
aunque me lastime me gusta.
Sos mi verdugo preferido.