Kómuno, un jóven peleado con el presente, dispuesto al trabajo, pensante, innovador, vive buscando el porque de las injusticias, no se considera más que nadie pero nadie es más que él. Débiles pasiones, no necesita tanta libertad, prefiere estar controlado en varios aspectos de su vida. Sabe que para ser como es hoy tuvo que pasar por varios conflictos internos, sangrientos a veces, y hasta suicidas por momentos. No siempre fue así, pero una vez que aprendió de sus errores y de varias caídas logro llegar a esta personalidad, a este estado que él considera óptimo aunque no tenga la certeza que sea para siempre, pero no es malo intentar, nadie a su alrededor encontró alguna opción distinta para sobrevivir que no traiga algún tipo de sufrimiento.
Kapitolis, maduro ya, no lo atrae mucho el trabajo para él, prefiere que lo hagan los demás, muchos pero no todos, no quiere que las cosas cambien aunque no estén muy bien, incluso están bastante mal, pero sobreviven las partes que él considera más importantes y mientras se pueda mantener de pie no va a cambiar. Mira para otro lado cuando le conviene, necesita ignorar algunas cosas para hacerse la idea que no existen dentro suyo, aunque sabe que se está engañando a si mismo. Cree vivir en libertad, una ficticia libertad que lo aprisiona día a día, lo cega, lo consumen sus creaciones, se cierra cada vez más dejando el disfrute y la dignidad para algunos pocos. Se miente, se dice y se contradice. Su nacimiento no fue muy difícil, todos estuvieron feliz con su llegada, pero lo fueron malcriando a pesar de la advertencia de unos pocos genios que predecían su tambaleante destino. Entre crisis y tumbos fue creciendo mal que mal, fue manteniéndose sin importarle si para eso debía devorarse vidas salvajemente. Él es así, nunca va a cambiar, va a tratar de sobrevivir todo lo posible pero sin cambiar sus metodologías egoístas y su instinto asesino.
Me he vuelto gris
Hace 10 años